jueves, 22 de febrero de 2018

AÑO 10- CAPITULO 8º ¿COMPRENDIO MORENO LA REVOLUCION?


AÑO 10

CAPITULO 8

¿COMPRENDIO MORENO LA REVOLUCION?

Es punto muy dudoso.

Si vamos a creer lo que nos dice su primer biógrafo,. . fuente casi única de todas las biografías que se han hecho después, se murió sin comprenderla.

¿Y cómo había de comprenderla Mariano, si en 1812, cuando Manuel publicó en Londres su libro Vida y Memorias del Doctor Mariano Moreno. . se ve que todavía éste ignoraba lo que la Revolución de Mayo tenía en sus entrañas?

En ese libro sostiene que jamás América había dado el menor motivo para dudar de su fidelidad hacia la Madre Patria. Y que juró con todo entusiasmo a Fernando 7º Y que de ninguna manera excusará él. . (Manuel) a los pueblos que hayan tratado de sustraerse a la Madre Patria.

Pero lo que más lo aflige es pensar que alguien pueda calumniar a su hermano considerándolo metido en este asunto de la independencia.

Como es tan nuevo lo que estamos diciendo, si bien consta en un libro viejísimo, muy citado, repetimos, pero poco leído, parécenos prudente reproducir las palabras textuales del fraterno biógrafo, que fue una prolongación de Mariano, pues había sido su confidente y participaba de sus ideas.


En 1812, y aún años después, Manuel Moreno no tuvo la menor sospecha de que la revolución de Mayo era una gesta emancipadora,. . y siguió creyendo que fuese nada más que un motín doméstico contra el Virrey Cisneros,. . solamente porque su autoridad había caducado al haberse disuelto en España, a raíz de la invasión napoleónica, la Junta Central que lo nombró.
Según Manuel Moreno, . reflejando las ideas de Mariano, la revolución se hizo porque era intolerable que las "colonias" (siempre brota bajo su pluma la abominable palabra) fuesen gobernadas por quién carecía de poderes.
"Es indudable —dice— que la Junta Provincial de Sevilla no tenía derecho alguno para arrogarse exclusivamente la representación del Monarca cautivo. . .  Vida y Memorias del Doctor Mariano Moreno etc., página 176
"Jamás ha dado-la América un motivo fundado de poner en cuestión su fidelidad ejemplar hacia la Madre Patria. . ."  Vida y Memorias del Dr. Mariano Moreno etc., página 177
"No ha habido país alguno en toda la América española en que no se haya jurado a Fernando VII con los mayores trasportes de entusiasmo y en Buenos Aires se hizo a mediados de agosto de 1808, contra las miras de los mandatarios europeos que maliciosamente detuvieron hasta entonces la ceremonia. . ."  Vida y Memorias del Doctor Mariano Moreno etc., página 178
La expresión "contra las miras de los mandatarios europeos" (el Virrey Liniérs) quiere dar a entender que si Buenos Aires hubiera podido actuar libremente habría jurado a Fernando 7º mucho antes de esa fecha.
"¿Quién debería entretanto gobernar las Provincias de América a nombre del cautivo Monarca? ¿Cuál era el derecho que tenía Cisneros para retener un mando que en sí no era otra cosa que una delegación de la Junta Central ya extinguida?". . . Vida y Memorias del Doctor Mariano Moreno etc., página 187
"Con todo, la sombra de independencia, que tanta inquietud ha causado al gabinete de Madrid y después al de Sevilla y Cádiz, jugada astutamente por los contrarios de los criollos, alarmó el ánimo de la Junta Central. . ."  Vida y Memorias del Dr. Mariano Moreno etc., página 181
Es decir: lo ocurrido el 25 de mayo y todo lo que vino después, no significaba que los criollos tuviesen la más mínima intención de independizarse. ¡Era apenas una sombra...!
Y si a algún criollo se le ha ocurrido semejante insensatez, no espere encontrar un defensor en Manuel Moreno.
"No es mi intención —dice— hacer la apología de los acontecimientos de las colonias españolas, ni vindicar la conducta de los pueblos que han tratado de sustraerse a la dependencia de la Madre Patria o reformar su constitución". . . .   Vida y Memorias del Doctor Don Mariano Moreno, etc., página 128.
Y más allá, explicando por qué escribe su obra, añade:
"Yo no he podido dejar de afligirme con el temor de que se le considerase [a su hermano] agente de la rebelión". . .  Vida y Memorias del Doctor Don Mariano Moreno, etc., página 196.
En resumen, la revolución fue para Manuel Moreno, que era la prolongación del prócer, eso que se dice en los tribunales: una excepción de falta de personería. Había que establecer quién gobernaba el Río de la Plata "entretanto volvía del cautiverio Fernando VII".
Pero no se le ocurría discutir los derechos de éste; y se indignaba de las intrigas de "los contrarios de los criollos" que para asustar a la Junta Central, habían hecho jugar "una sombra de independencia"; y se horrorizaba de que alguien pudiera imaginarse que su ilustre hermano fuese un "agente de la rebelión" y hubiese intentado sugerir a los criollos ideas de emanciparse. Ideas que, por lo que se ve, él no tenía, ni las tuvo su hermano.
Mucho mejor que Mariano y que Manuel vio Cisneros desde los primeros días lo que palpitaba en las entrañas de la Revolución.
"Confieso a Vuestra Majestad —dice en su informe al Rey—, equivoqué mi anterior concepto, que había fundado en las repetidas seguridades que me tenían hechas los Comandantes, especialmente Saavedra... que sostendrían mi autoridad... Tan escandaloso atentado, cuyo objeto es el de una absoluta independencia de estas Américas..." (22 de junio de 1810). . . Registro Oficial de la República Argentina, tomo 1, página 41.
No, Mariano Moreno ni quiso la Revolución, ni llegó a comprenderla.
Cuando Mariano Moreno abandonó su primera vocación alzaguista española en que había trabajado contra nuestra independencia y entró en las páginas de la historia argentina, la Revolución ya estaba consumada.
Mitre dice que "al empezar el año 1810 la revolución argentina estaba consumada en la esencia de las cosas, en la conciencia de los hombres y en las tendencias irresistibles de la opinión, que hacían converger las fuerzas sociales hacia un objetivo determinado". . . MITRE BARTOLOMÉ, Historia de Belgrano, tomo 1, página 250
Iban a comenzar las campañas guerreras; y él ni siquiera tuvo tiempo de presenciar las hazañas de nuestros ejércitos, pues se separó del gobierno y murió antes de ellas.
La victoria de Suipacha, en el Alto Perú (7 de noviembre de 1810) —la única de que alcanzó noticias—, no es su obra, aunque su hermano pretende atribuírsela, como organizador del ejército.
Mientras Saavedra y Belgrano, como lo hizo más tarde San Martín con visión estratégica, comprendieron la necesidad de herir al poderío español en sus puntos vitales y lejanos (Alto Perú, Chile, Lima) el doctor Moreno —refiérenos su biógrafo— "fue de opinión que las tropas de Buenos Aires debían ceñirse a cubrir nuestros pueblos, y que la agresión intentada contra el territorio de jurisdicción diferente ni era justa, ni bien meditada". . . . Vida y Memorias del Doctor Don Mariano Moreno, etc., página 279.
Por fortuna para la independencia de Sud-América, tan estrechísima idea no fue tenida en cuenta y se confió la organización del ejército a Azcuénaga y se despachó la Expedición auxiliadora, que obtuvo su primera victoria en Suipacha, pero que fracasó cuando pudo trasponer el límite del Virreinato y penetrar en el Perú, por los tristes motivos que pronto veremos.
También fue desechada otra idea suya, la de que Buenos Aires debía gobernar a todo el país sin intervención de los representantes de las provincias del interior, más allá del municipio de Buenos Aires.
Esta concepción antidemocrática, que violaba lo resuelto y altamente pregonado, precipitó su caída.
Se opuso obstinadamente a la incorporación de los diputados correctamente elegidos por las provincias, pero fue vencido en la votación y eliminado del gobierno.
La Junta no se preocupó por su ausencia y siguió adelante, sin él.
Que sus miembros no necesitaban de sus servicios lo demuestran los hechos.
Así como la Revolución se había hecho sin Moreno o más bien contra las ideas de Moreno, la guerra de la independencia se hizo sin él y no se ganó con los dos artículos de La Gaceta que su hermano reproduce como suyos, sino en los campos de batalla, adonde él no se acercó nunca. Y la nación se constituyó también sin Moreno y contra sus planes totalitarios, pues en vez de un país unitario, gobernado desde Buenos Aires, sin participación de las provincias, tenemos una nación compuesta por estados federales.
Moreno ha sido la más notoria expresión del liberalismo en una época profundamente católica y a ello se debe la devoción que sienten por él los historiadores liberales.
Para ellos el fracasado localismo de Moreno, su sectarismo intolerante, que infestó el ejército de Castelli, no se consideran defectos, ni lo desprestigia su absoluta incapacidad para el gobierno.
Todo se le perdona, porque fue una semilla de futuros libre-pensadores.
Pero no se crea que todos sus delirios fueron estériles.
Cuando la Expedición libertadora partió al mando de Balcarce, en lo militar, pero bajo la superintendencia de Castelli, que había presidido el fusilamiento de Liniérs, Moreno quiso aprovechar el ejército para propagar sus doctrinas, insuflando a sus amigos íntimos que iban con las tropas, consejos y aforismos terroristas.
Veamos de qué manera.
Los pueblos del Alto Perú estaban más que maduros para la independencia.
Un año antes que en Buenos Aires —según ya dijimos— se habían alzado los criollos de Chuquisaca y La Paz contra los gobernantes españoles. La inútil crueldad con que el Virrey Cisneros, muy probablemente asesorado por Moreno y Leiva, castigó aquel comienzo de revolución, confirmó en ellos la aspiración a la independencia.
 El Alto Perú aguardaba, pues, con los brazos abiertos, a los ejércitos de Buenos Aires que vendrían a reforzar su rebelión. Pero las sanguinarias instrucciones de Moreno, autor del inicuo Plan de operaciones, que analizaremos en el capítulo XVI, conforme a las cuales procedió Castelli, verdadero procónsul, mataron las simpatías de los naturales del país, y concitaron el odio y la repulsión contra los "porteños", que entraban a sangre y fuego en poblaciones amigas, haciendo gala de una irreligiosidad cuyo recuerdo subleva todavía ahora a los descendientes de los que la sufrieron.
Con extraordinaria rapidez, en muy pocos meses ocurrió este fenómeno: la demagogia impía y desenfrenada repugnó de tal modo a los criollos, que buscaron la defensa de su religión y de sus hogares incorporándose al ejército español del general Goyeneche y después al de Pezuela.
"El ejército —dice Mitre— que por dos ocasiones había derrotado a los ejércitos argentinos, primeramente a las órdenes de Goyeneche y últimamente a las de Pezuela, y subyugado en ambas las Provincias del Alto Perú, estaba organizado con elementos puramente americanos, que tenían espíritus y cohesión". . . . MITRE, BARTOLOMÉ, Historia de San Martín (2º edición) Paric-Buenos Aires, tomo 1, página 226.
Los soldados de Buenos Aires no encontraron más que encarnizados enemigos, en donde antes tuvieron fervientes partidarios.
Suipacha y Aruhuma fueron en esa campaña, las únicas victorias, de los argentinos la primera y de los cochabambinos plegados a nuestra causa la segunda. El gran ejército argentino tuvo que retirarse derrotado y maldecido del país en donde entrara vencedor y aclamado. Esto es más humillante, porque la victoria de Suipacha, si bien de poca importancia como acción de guerra, tuvo una enorme influencia política y en su momento pareció haber afianzado definitivamente nuestras armas en el Alto Perú.
Empero la torpeza de aquellos enviados nuestros desencadenó casi en seguida, una insurrección general, la que condujo al ejército a la bochornosa y nunca más remediada derrota de Huaqui o Desaguadero.
"La derrota de Huaqui —dice Alberdi— fue debida al odio despertado en esos pueblos por la mala conducta de los libertadores". . . . ALBERDI JUAN B, Belgrano y sus historiadores  (Buenos Aires, Imprenta Monkes, 1897), página 230.
Trataremos este punto en un próximo capítulo, donde se establecerá claramente lo que la Argentina actual debe a las ideas de la Revolución francesa, que propugnaban los buenos amigos de Moreno en aquel entonces, conduciéndonos al desastre, como siguen sus buenos amigos de hoy sosteniendo el mismo absurdo para llevarnos a peores derrotas, materiales y espirituales.